Arquitectura

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Quizá la única ciudad de Colombia que pueda presentar varios ejemplos importantes de ese siglo y es posible datar varias de ellas. La primera, quizá, la del Fundador, si nos atenemos a los estudios de don Nicolás García Samudio, a la que seguirán, sin establecer un orden cronológico, la de don Juan de Castellanos, la de los Ruiz Mancipe, Bernardino Mojica Guevara, Juan de Vargas, la del Farol, la de los Holguín, la de Juan de Torres, padre del Cacique de Turmequé, lista que puede continuar hasta completar algo más de una docena.

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En esta serie encontramos casas de uno y dos pisos, desarrollando su edificio sobre la fachada en una crujía principal, o sobre dos conformando una León una crujía sobre la fachada y otra en un costado del lote. Más raro es el caso de casas conformadas por tres crujías, o por cuatro, resultado casi siempre de posteriores adiciones como lo indican claramente las diferencias del sistema constructivo, de los materiales empleados.

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La colocación de las portadas con relación a las fachadas también presenta variedades, pudiéndoselas encontrar en el centro de la fachada o en uno de sus costados. Estas variables me hacen pensar que no se elaboró un tipo o prototipo de vivienda, que pudiera ser utilizado en cualquier momento y en cualquier situación.

Es importante anotar cómo el Palacio de la Torre debe su nombre a la casa que allí existió antes y que sí la tuvo; su propietario, un buen segoviano, no olvidó uno de los distintivos de su ciudad natal, posiblemente la única de España que no sufrió la poda de torres decretada por los Reyes Católicos.

Veamos por partes, los primeros vecinos de la ciudad fueron sus mismos fundadores, quienes en su mayoría permanecieron en la ciudad y recibieron además como recompensa sendas encomiendas, algunas más rentables que otras. Con esa base, y siguiendo el ejemplo del Fundador, iniciaron en pocos años la construcción de sus respectivas viviendas, para ello echaron mano de todos los medios a su alcance:

Dirección de alguno de los pocos maestros u oficiales que llegaban a la novel ciudad y gran cantidad de mano de obra indígena, que también se le utilizó, exclusivamente en muchos casos, para levantar construcciones en bahareque, mientras se hacían las definitivas. En cincuenta años se levantaron cerca de trescientas casas, lo cual arroja un promedio de seis por año.

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Los propietarios, ante todo encomenderos, necesitaban un tipo de vivienda que respondiera a sus intereses agrícolas y económicos: lugar para coleccionar frutos como el trigo, el maíz, etc., o bien recoger los tributos primero en oro, luego en especies, como las mantas de lana o algodón. Requerían una fácil comunicación con el exterior, que produjo omo resultado las portadas amplias y el patio generoso, el traspatio, el corral o el solar, según la amplitud del lote.

Tal necesidad, ajena a las ambiciones defensivas al ingreso, condujo a comunicaciones fáciles al interior de la vivienda, para permitir el paso de animales cargados, que deben evitar los recodos, tan caros en la Vieja Castilla, y que en las tierras Como aracterísticas propias del siglo XVI/ si bien es cierto que no se presentan con absoluta regularidad, pero sí con frecuencia, creo conveniente esquematizar las siguientes:

a) Portada labrada en piedra y clasificable como propia del lateresco, con resabios goticistas en su diseño general, hasta llegar a formar claras del Renacimiento y del Manierismo, para el primer caso sirven de modelo las portadas de la casa del Fundador, la de los Holguín (hoy Club Boyacá), y otras; de los últimos tenemos la construida por orden del Gobernador don Bernardino Moxica Guevara (habitada por las monjas de Santa Clara), la de los Ruiz Mancipe, etc., en la década final del XVI;

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b) Cubierta de par y nudillo, generalmente en tosco, encalada, y en ocasiones con pinturas en faldones y almizate. Casi todas estas cubiertas fueron ocultadas en el siglo pasado con techos planos de influencia francesa, adornados luego con yeserías. Hasta el momento no ha sido constatada la presencia de cubierta trabajada según las normas estrictas de la Carpintería de lo Blanco, haciendo uso de maderas de escuadría, con lazos y demás ornamentaciones propias del estilo, como se ejecutó en la Catedral o la Iglesia de San Francisco;

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c) Arquerías en el primer piso para los casos de construcciones de dos niveles. Estas arquerías fueron ejecutadas siguiendo diversas tenden cias estéticas donde podían influir los gustos del propietario y las finidades del catero o alarife. Para los casos en que trabaja el cantero, he encontrado una franca tendencia por el modelo toscano, pero pueden notarse ciertas alteraciones en los detalles que hacen pensar en antecedentes de raigambre medieval como son los de las basas y capiteles de la casa de don Juán de Vargas, que movieron al Maestro Luis Alberto Acuña48 a plantear ciertas objeciones a la definición dada antes por Marco; los motivos ornamentales de esas columnas, y los de la casa de la carrera 9a. No. 21-29, en la zona de la columna comprendida entre el astrágelo y el capitel, están formados con rosas espirales, conchas, etc., y en ambos casos los arcos son de ladrillo y el alfiz los complementa. Prácticamente no hay arco del XVI que no posea alfiz..