Época Hispánica e independencia
Cuando los españoles llegaron a los terrenos de Hunza, los Chibchas echaron gran cantidad de oro y esmeraldas al pozo, los que llevaron en petacas de mano en mano de centenares de indígenas, desde el palacio del zaque hasta el pequeño lago.
La conquista española del territorio comienza cuando Jiménez de Quesada captura al Zaque Quemuenchatocha quien es sucedido en vida por el joven Aquiminzaque. Éste último junto con su tribu son tomados en encomienda por Hernán Pérez de Quesada. El nuevo zaque no se mostró belicoso frente a los españoles, e incluso se convirtió al catolicismo. Las continuas y numerosas exigencias que hacían los españoles, generaban disconformidad en la población muisca.
La ciudad hispánica de Tunja fue fundada directamente sobre el cercado de Quemuenchatocha en donde posteriormente se erigió el convento de San Agustín. Fundada la ciudad por el capitán Gonzalo Suárez Rendón, el 6 de agosto de 1539, se establece la plaza mayor, el solar para la iglesia y los edificios públicos en el marco de la plaza; en 1550 se consolidó el trazado de la ciudad. Para ese mismo año llegan a la ciudad los Franciscanos, un año después los Dominicos, en 1585 los Agustinos y para 1611 los Jesuitas; a la fundación se reparten 77 solares, 70 huertas, 11 estancias, 44 caballerizas. Solo hasta 1616 se erigen las dos parroquias que albergaron a la población mestiza e indígena a lo largo del periodo colonial: Santa Bárbara, al sur occidente y Nuestra Señora de las Nieves, al norte.
Durante la dominación hispánica, Tunja era una ciudad de templos y conventos, lugar predilecto para la meditación religiosa. En sus mansiones coloniales y en sus templos se encuentran los más variados estilos artísticos y arquitectónicos, el isabelino del Renacimiento se mezcla con el mudéjar, el plateresco, el churrigueresco, el rococó y todas aquellas mezclas artísticas del Barroco hispano americano para dar un conjunto estilístico único.
Desde la segunda mitad del siglo XVI, Tunja se convirtió en el eje cultural y en la cabecera de la región económica más importante del Nuevo Reino de Granada. Era la región aristocrática de hidalgos, encomenderos y de un gran núcleo de indígenas encomendados. Una ciudad de colegios, conventos y escuelas; una tierra de literatos, poetas, humanistas, pintores y arquitectos; una de las ciudades más cuidadas en su estética urbana y arquitectónica.
Desde la fundación de la ciudad hasta la segunda década del siglo XVII la ciudad experimentó un auge como en ningún momento de su historia. Hacia 1610, la ciudad inicia un proceso de crisis, en especial, económica; la caída vertiginosa de la población indígena y el consecuente debilitamiento de las encomiendas son los responsables de esta. Sin embargo, es entre 1610 y 1623 cuando la ciudad presenta un considerable crecimiento urbano: de 10 se pasa a 20 construcciones religiosas, se inauguran 7 edificios públicos y se levantan 2 nuevas parroquias. Además, es durante este periodo en el que se forman la periferia de la ciudad, en cabeza de los arrabales, donde se ubica gran parte de la población indígena de Tunja.
Un español de apellido Donato, en la época de la Colonia, gasto incalculables fortunas en la búsqueda de los tesoros, sin ningun resultado favorable. Dado el fracaso del codicioso hispano, el charco tomó el nombre de Pozo de Donato y desde entonces, cuando una deuda no se paga en Tunja se dice que “cayó en el pozo de Donato”, queriendo signifcar que se perdió para siempre.
Después del español Donato, tanto durante la Colonia como durante la República, varios fueron los intentos fallidos por desaguar el pozo, con la inversión de grandes sumas de dinero. La leyenda termina con la afirmación de que en el fondo del pozo existe una larga y gruesa viga de oro macizo, tendida horizontalmente bajo la tierra, desde el agua hasta la catedral de Tunja. Si con un pesado martillo se logrará dar golpes a la viga, el templo en ese momento temblaría.
El 6 de agosto de 1539, el Capitán Gonzalo Suárez Rendón fundó oficialmente la ciudad de Tunja, tomando en nombre del Rey de España, posesión del terreno y repartiendo los solares entre los españoles que le acompañaban; designó el sitio en donde se deberían levantar fortalezas y puso picota y horca. Tan solo dos años después de su fundación, Tunja ya ocupaba un distinguido puesto entre las poblaciones creadas por los españoles en el Nuevo Mundo. Ilustre hijos de España se avecindaron en Tunja, levantaron mansiones y dejaron tesoros de gran valor en la arquitectura y pintura religiosas.
Sobre las tierras de Tunja, áridas al parecer, nació por primera vez en el Nuevo Reino de Granada, en 1541, el trigo, traido por el licenciado español Gerónimo Lebrón Gobernador de Santa Marta, quién dejó las semillas a otro noble español llamado Gerónimo de Aguayo, quién trabajó los suelos y obtuvo una magnifica cosecha. Actualmente las principales actividades económicas de las que depende la ciudad de Tunja, están representadas en los sectores del comercio y los servicios.
La primera palabra de separación de España fue lanzada por el Cabildo de Tunja a finales del siglo XVII, en una protesta a Santafé por no haber construido un camino hacia el río Magdalena. Más adelante, la Provincia participó en el alzamiento comunero; sus habitantes aclamaron a los socorranos llegados el 17 de mayo de 1781 y, siguiendo su ejemplo, asaltaron la administración de tabaco y vendieron el producto a bajos precios. Organizaron, también, una tropa que se sumó al movimiento.
“En la provincia de Tunja, en tres siglos no se fundó una escuela pública de primeras letras para enseñanza de la juventud”. Esta protesta, incluida en la Declaración de Independencia, se suma a otras expresadas en los documentos históricos, en los que se confunden las reivindicaciones de carácter popular con las de los criollos, que demandaban igualdad con los españoles para ejercer el comercio y denunciaban impedimentos para el surgimiento de una burguesía local, con liderazgo económico y político.
“Así se vio que estos (españoles) fueron siempre los destinados a gobernar América, obteniendo los empleos lucrativos, que se dotaban con crecidos sueldos, para empobrecer a los naturales”, señala la citada Declaración, promulgada el 10 de diciembre de 1813.
La creación de un clima acorde con la independencia corrió por cuenta del periódico Argos , que se comenzó a publicar en Tunja con la participación del gobernador provincial José María del Castillo y Rada, Joaquín Camacho y José Acevedo y Gómez, entre otros.
En Tunja tuvieron lugar varios acontecimientos de gran importancia y repercusión; el 9 de diciembre de 1811 se sancionó la constitución de la República de Tunja; el 10 de diciembre de 1813, se proclamó la independencia absoluta de España, de la Provincia de Tunja, en noviembre de 1814, estando reunido el Congreso de la Provincia Unidas de la Nueva Granada, presidido por don Camilo Torres, se presentó el futuro libertador Simón Bolívar a dar parte de sus éxitos y fracasos en su campaña.
El 6 de Agosto de 1819 Bolivar recibe la ayuda de los habitantes de Tunja , con alimentos, prendas y refuerzos de voluntarios provenientes de la misma provincia de Tunja y de la provincia del Socorro, que a la postre conformarían la retaguardia en la batalla.
El ejército libertador, formo en la plaza mayor de Tunja el 7 de Agosto de 1819 antes de salir a la Batalla de Boyacá, aguardaba las órdenes del general Bolívar, quien con su estado mayor observaba desde las alturas la marcha de Barreiro. Apenas lo ve tomar la vía del puente de Boyacá, da la orden de marcha; los jefes dan la voz de mando y el ejército, ansioso por combatir y vencer definitivamente, marcha por el camino principal en dirección a Santa Fe para salir al paso a las tropas reales.